Los más astutos enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. ¡Oh, invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que lo atacan y dale la victoria! León XIII. [1]
ÍNDICE
1. Proemio - p. 4
2. Francisco ultraja a la Virgen María - p. 5
3. Dios no puede ser Dios sin el hombre - p. 14
4. Nueva blasfemia bergogliana - p. 15
5. Francisco y la Santísima Trinidad - p. 18
6. La “conversión ecológica” une a cristianos y musulmanes - p. 19
7. Fornicationis Laetitia - p. 20
8. Jesús se hizo serpiente - p. 29
9. Francisco el pornógrafo - p. 34
10. La falsa paz sin verdad de Francisco - p. 41
11. La reacción “conservadora” contra Amoris Laetitia - p. 44
12. Hay que reinterpretar a Jesús - p. 46
13. Sobre las dubia de los cuatro cardenales - p. 50
14. Bergoglio, maestro del engaño - p. 52
15. Yo no critico a Francisco - p. 56
16. La impotencia de Dios - p. 58
17. No hay respuesta al sufrimiento - p. 60
18. Bergoglio no descansa - p. 62
19. Herejías destacadas de Francisco - p. 64
20. Una protesta legítima pero insuficiente - p. 68
21. Breve crónica de la impiedad bergogliana - p. 70
22. Francisco promueve la agenda LGBT - p. 77
23. Francisco, Fratelli Tutti y la masonería - p. 87
24. Francisco, “rabino de referencia” - p. 97
25. Piezas escogidas del “magisterio” bergogliano - p. 106
26. Francisco y la “buena onda” - p. 131
27. El proselitismo es pecado - p. 134
28. Crónicas de un impío - p. 139
29. Bergoglio y la pena de muerte - p. 164
30. Benedicto XVI: ¿Doctor de la Iglesia? - p. 167
31. La fraternidad es ancla de salvación para la humanidad - p. 193
32. La agenda globalista del Vaticano - p. 198
33. El Vaticano promueve la apostasía y una religión global - p. 202
34. Ayudemos al Santo Padre - p. 218
35. El infierno no es un lugar - p. 226
36. Ecumenismo y apostasía - p. 233
37. Crisis de la Iglesia y punto de no retorno - p. 238
38. La Comunión de los Santos incluye a los blasfemos y los apóstatas - p. 240
39. Ecumenismo, modernismo y apostasía: un debate sobre la crisis conciliar - p. 241
40. Una mirada escatológica - p. 267
41. Epílogo - p. 271
42. Anexo I: Caleidoscopio de la impiedad - p. 273
43. Anexo II: El concilio de los malhechores me ha asediado - Jean Vaquié - p. 317
44. Anexo III: La efímera religión del porvenir - Flavio Infante - p. 326
45. Anexo IV: La serpiente del Vaticano - p. 330
46. Resumiendo - p. 346
PROEMIO
“Pido para todos ustedes la bendición de Dios, Padre de todos nosotros, Padre de todas las confesiones.” [2]
En febrero de 2019, en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb, firmaron el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común, en el que se lee: “El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos.”
En octubre del mismo año se organizó una ceremonia religiosa en los jardines vaticanos durante la cual se rindió culto a la Pachamama, en presencia de Bergoglio y varios miembros de la curia. Tres días después, el ídolo fue llevado en procesión a la basílica de San Pedro, siendo luego expuesto al culto de los fieles en una iglesia romana durante el desarrollo del Sínodo Amazónico. No ha faltado quien manifestara su desconcierto ante estos hechos e incluso, su repudio, en nombre de la ortodoxia.
No obstante, pocos parecen haberse percatado de la continuidad existente entre estos gestos de Bergoglio y otros semejantes realizados por sus predecesores. La idea subyacente de estos eventos no es otra que la de las Jornadas Interreligiosas de Asís que Juan Pablo II convocara por primera vez en 1986, a saber, que las diferentes “tradiciones religiosas” son opciones legítimas para relacionarse con la “divinidad”, orientar la conducta del hombre y estructurar la vida social. Acontecimiento inédito en la historia de la Iglesia, que nos retrotrae necesariamente al Concilio Vaticano II como a su fuente, en particular a los documentos relacionados con la libertad religiosa, el ecumenismo y el diálogo interreligioso.
De todo lo cual surge una pregunta, tan incómoda como ineludible: el “ecumenismo conciliar” -cuyos actos emblemáticos son, justamente, las reuniones interreligiosas de Asís-, ¿es compatible con el magisterio de la Iglesia y con la revelación divina?
Mediante esta modesta recopilación de antiguas publicaciones pretendo aportar datos concretos sobre la crisis post conciliar -acompañados de mis reflexiones personales-, esperando poder contribuir en alguna medida a la elucidación de esta cuestión crucial.
Cabe aclarar que, si bien muchos de mis escritos surgieron en reacción ante la obra devastadora perpetrada por Bergoglio desde hace más de diez años, mi propósito de fondo con esta publicación no es focalizarme exclusivamente en él, sino remontar hasta la raíz de la crisis eclesial, a saber, el asalto a la Iglesia por parte del modernismo denunciado por San Pío X y su triunfo aparente desde el CVII.
El Vaticano, con Francisco a la cabeza, se encuentra abocado de lleno a la tarea de unificar las diversas religiones del orbe y a la humanidad en su conjunto, promoviendo el indiferentismo religioso y profesando sin embozo alguno el humanitarismo laico y naturalista pergeñado en las logias masónicas.
Pero es indispensable evitar una cómoda y frecuente simplificación al efectuar el diagnóstico de la terrible crisis eclesial que presenciamos. En efecto, así como es importante denunciar los escándalos a repetición perpetrados por Bergoglio, así también lo es el ser consciente de que este hombre no es sino un fruto hediondo del Concilio Vaticano II y su ecumenismo modernista, el cual ha sido implementado por todos los papas conciliares, incluyendo a los “tradicionales” Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Todos ellos fomentaron de manera sistemática el indiferentismo religioso practicando el falso ecumenismo condenado por el magisterio de la Iglesia -principalmente por Pío XI en la encíclica Mortalium Animos-, lo que fue particularmente notorio desde las Jornadas Interreligiosas de Asís, siendo Ratzinger en aquel entonces nada menos que el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es decir, la persona cuyo oficio consistía justamente en velar por la ortodoxia doctrinal dentro de la Iglesia.
La conclusión cae de su peso: denunciar y combatir a Bergoglio es un deber, pero denunciar y combatir solamente a Bergoglio es signo de una profunda incomprensión de la causa de los males presentes, constituye una postura a la vez incoherente e inconducente y lleva a una situación de complicidad objetiva con los enemigos de la Iglesia, sin perjuicio de las buenas intenciones de cada uno.
